jueves, 15 de agosto de 2013

Fuentes de Marbella ¿El manantial de la eterna juventud?

En 1794, Juan de Dios Ayuda, médico titular de los dos cabildos de la ciudad de Guadix, en su libro “Examen de las aguas medicinales de más nombre que hay en las Andalucías”, tomo II, nos cuenta de ellas: “El agua de las fuentes de Marbella es muy cristalina, tiene un ligero gusto remisamente austero, sin olor particular y lo mismo después de haber hervido. Se sirven de ella para beber y guisar y no corta el jabón. Habiendo variado el calor de la atmósfera desde catorce grados hasta veinte conservaron los manantiales el de veinte.”
Hizo una serie de análisis químicos a esta agua que le llevaron a la conclusión: “Por los resultados obtenidos debe tenerse el agua de las fuentes de Marbella por medicinal, poniéndola entre las saladas muriáticas templadas”.
Las virtudes y método con el que debía usarse esta agua era el siguiente: “El moderado calor y demás cualidades de esta agua la hacen recomendable para todas aquellas ocasiones en que dominando el calor haya miedo de que las más calientes y activas enciendan e irriten. Por eso tiene acreditado la observación de ser muy provechosa cuando se padezcan los vicios de tensión, acrimonia y otros que van juntos con mucho calor. Así, son excelentes en las cardialgias crónicas y otros dolores, como destemplanzas de hígado, riñones y demás partes que por demasiado calor o rigidez no hacen sus respectivas funciones según corresponde. Lo mismo para las histéricas, cuando el desconcierto de sus evacuaciones, fluxos blancos, esterilidad, falsos conceptos y propensión a abortar vienen de las mismas causas de rigidez y acritud, manifestando su pobreza de humedad y abundancia de calor que las consume. También indicadas en casos de sarna, herpes, empeines y en aquellas manchas y escoriaciones que suelen aparecer y repetir con frecuencia en las piernas y otras partes, cuando la humoración es acrimoniosa y destemplada; así como también para los propensos a padecer erisipelas. Quien bebiera esta agua como remedio se diluiría y atenuaría la acritud y tenacidad de los humores, proporcionaría su expulsión por la orina y cámara, todo con blandura”.
Termina el doctor diciendo cómo debe usarse: “Si se ha de comenzar el uso de esta agua bebiéndola, ha de ser por la mañana al romper el Sol, tomando de cuarto en cuarto de hora medio cuartillo sin cesar de pararse y, no excediendo de tres a cuatro hasta que pasados dos o tres días se aumenten lo más a seis u ocho. Si en los primeros días no se sueltan las orinas ni el vientre, se debe añadir a una toma de agua media onza de Sal de la Higuera, contando con que no es necesario sean grandes las evacuaciones. Los que hayan de bañarse, no deberán hacerlo sin que antecedan la preparación que cada cual necesite, y el descanso de algunos días. También harán mal si se bañan no estando bien digeridos los alimentos, dos o más veces cada día, excediendo de media a una hora cada uno y de diez y ocho a veinte el número de todos.”
En el análisis químico que el médico le hizo al agua halló que contenían en 25 libras:
Cloruro magnésico…4 granos.
Sulfato magnésico…12 granos.
Sulfato cálcico…20 granos.
Ácido silicílico…8 granos.
Corresponde por su temperatura a las aguas templadas y por su composición química a las salinas.
En 1853 Pedro María Rubio en su libro “Tratado completo de las fuentes minerales de España”, recogió la utilidad mineromedicinal de las aguas de las fuentes de Marbella pero no las analizó, se limitó a copiar los resultados del anterior estudio.
Hace unos años se analizó el agua obteniendo los siguientes resultados (en miligramos por litro):
Carbonatos…cero.
Sulfatos…562.
Bicarbonatos…207.
Nitratos…cero.
Cloruros…316.
Sodio…212.
Potasio…18.
Calcio…192.
Magnesio…66.
Boro…cero.
Dureza…75.
pH…7,7.

Análisis Químico del Agua del Río Grande (Año 2005)

En el año 2005 se tomó una muestra de agua del río que fluye por las Fuentes de Marbella con el fin de determinar su composición química y analizar su idoneidad para el riego. Los resultados fueron los siguientes:

pH: 7,72
C.E (dSm-1, 25ºC): 2,66

Aniones (mgL-1)

  • Cloruros: 337,25 (9,50 meqL-1)
  • Sulfatos: 588,37
  • Carbonatos: 0,00
  • Bicarbonatos: 268,40
  • Nitratos: 31,00
  • Fósforo: 0,00
Cationes (mgL-1)
  • Calcio: 251,10
  • Magnesio: 67,55
  • Potasio: 7,04
  • Sodio: 203,78
  • Amonio: 0,00

Teniendo en cuenta estos parámetros, la clasificación del agua por su aptitud para el riego se analiza según el criterio USSL (Soil Salinity Laboratory de Riverside). Los criterios fundamentales son: el contenido total de sales medido según la conductividad eléctrica del agua y el riesgo o peligro de alcalinización medido según el conocido índice SAR, que establece las condiciones futuras de equilibrio entro los principales iones del suelo. 
La Relación de Adsorción de Sodio (SAR), se calcula según la ecuación: SAR= Na/ ( ( Ca+Mg)/2 ) 1/2  .Todas las concentraciones en miliequivalentes/litro

En el caso que nos ocupa sería:  SAR = 8,86 / ((12,53+5,56)/2) 1/2 = 2,95

A partir de los datos de CE y SAR se establece la clasificación del agua según las normas Riverside (tabla 6 y figura 2) que es un método fundamental para definir su calidad.
Figura 2-Normas de Riverside para evaluar la calidad de las aguas de riego.(U.S. Soild Salinity Laboratory). Fuente: Blasco y de la Rubia (Lab. de suelos IRYDA,1973)

Tabla 6.- Clasificaciones de las aguas según las normas Riverside

Tipos
Calidad y normas de uso
C1
Agua de baja salinidad, apta para el riego en todos los casos. Pueden existir problemas sólo en suelos de muy baja permeabilidad.
C2
Agua de salinidad media, apta para el riego. En ciertos casos puede ser necesario emplear volúmenes de agua en exceso y utilizar cultivos tolerantes a la salinidad.
C3
Agua de salinidad alta que puede utilizarse para el riego de suelos con buen drenaje, empleando volúmenes de agua en exceso para lavar el suelo y utilizando cultivos muy tolerantes a la salinidad.
C4
Agua de salinidad muy alta que en muchos casos no es apta para el riego. Sólo debe usarse en suelos muy permeables y con buen drenaje, empleando volúmenes en exceso para lavar las sales del suelo y utilizando cultivos muy tolerantes a la salinidad.
C5
Agua de salinidad excesiva, que sólo debe emplearse en casos muy contados, extremando todas las precauciones apuntadas anteriormente.
C6
Agua de salinidad excesiva, no aconsejable para riego.
S1
Agua con bajo contenido en sodio, apta para el riego en la mayoría de los casos. Sin embargo, pueden presentarse problemas con cultivos muy sensibles al sodio.
S2
Agua con contenido medio en sodio, y por lo tanto, con cierto peligro de acumulación de sodio en el suelo, especialmente en suelos de textura fina (arcillosos y franco-arcillosos) y de baja permeabilidad. Deben vigilarse las condiciones físicas del suelo y especialmente el nivel de sodio cambiable del suelo, corrigiendo en caso necesario
S3
Agua con alto contenido en sodio y gran peligro de acumulación de sodio en el sujelo. Son aconsejables aportaciones de materia orgánica y empleo de yeso para corregir el posible exceso de sodio en el suelo. También se requiere un buen drenaje y el empleo de volúmenes copiosos de riego.
S4
Agua con contenido muy alto de sodio. No es aconsejable para el riego en general, excepto en caso de baja salinidad y tomando todas las precauciones apuntadas.
Así, se considera que el agua del Río Grande estaría clasificada como C4 S1, es decir, se trata de un agua con una muy alta salinidad que sólo debe usarse en suelos muy permeables y con buen drenaje, empleando volúmenes en exceso para lavar sales del suelo y utilizando cultivos tolerantes a la salinidad. En cuanto a su contenido en sodio, son aguas de bajo contenido en sodio, útiles para el riego de la mayoría de suelos y cultivos.









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