En 1794, Juan de Dios Ayuda, médico titular de los dos cabildos de la ciudad de Guadix, en su libro “Examen de las aguas medicinales de más nombre que hay en las Andalucías”, tomo II, nos cuenta de ellas: “El agua de las fuentes de Marbella es muy cristalina, tiene un ligero gusto remisamente austero, sin olor particular y lo mismo después de haber hervido. Se sirven de ella para beber y guisar y no corta el jabón. Habiendo variado el calor de la atmósfera desde catorce grados hasta veinte conservaron los manantiales el de veinte.”
Hizo una serie de análisis químicos a esta agua que le llevaron a la conclusión: “Por los resultados obtenidos debe tenerse el agua de las fuentes de Marbella por medicinal, poniéndola entre las saladas muriáticas templadas”.
Las virtudes y método con el que debía usarse esta agua era el siguiente: “El moderado calor y demás cualidades de esta agua la hacen recomendable para todas aquellas ocasiones en que dominando el calor haya miedo de que las más calientes y activas enciendan e irriten. Por eso tiene acreditado la observación de ser muy provechosa cuando se padezcan los vicios de tensión, acrimonia y otros que van juntos con mucho calor. Así, son excelentes en las cardialgias crónicas y otros dolores, como destemplanzas de hígado, riñones y demás partes que por demasiado calor o rigidez no hacen sus respectivas funciones según corresponde. Lo mismo para las histéricas, cuando el desconcierto de sus evacuaciones, fluxos blancos, esterilidad, falsos conceptos y propensión a abortar vienen de las mismas causas de rigidez y acritud, manifestando su pobreza de humedad y abundancia de calor que las consume. También indicadas en casos de sarna, herpes, empeines y en aquellas manchas y escoriaciones que suelen aparecer y repetir con frecuencia en las piernas y otras partes, cuando la humoración es acrimoniosa y destemplada; así como también para los propensos a padecer erisipelas. Quien bebiera esta agua como remedio se diluiría y atenuaría la acritud y tenacidad de los humores, proporcionaría su expulsión por la orina y cámara, todo con blandura”.
Termina el doctor diciendo cómo debe usarse: “Si se ha de comenzar el uso de esta agua bebiéndola, ha de ser por la mañana al romper el Sol, tomando de cuarto en cuarto de hora medio cuartillo sin cesar de pararse y, no excediendo de tres a cuatro hasta que pasados dos o tres días se aumenten lo más a seis u ocho. Si en los primeros días no se sueltan las orinas ni el vientre, se debe añadir a una toma de agua media onza de Sal de la Higuera, contando con que no es necesario sean grandes las evacuaciones. Los que hayan de bañarse, no deberán hacerlo sin que antecedan la preparación que cada cual necesite, y el descanso de algunos días. También harán mal si se bañan no estando bien digeridos los alimentos, dos o más veces cada día, excediendo de media a una hora cada uno y de diez y ocho a veinte el número de todos.”
En el análisis químico que el médico le hizo al agua halló que contenían en 25 libras:
Cloruro magnésico…4 granos.
Sulfato magnésico…12 granos.
Sulfato cálcico…20 granos.
Ácido silicílico…8 granos.
Sulfato magnésico…12 granos.
Sulfato cálcico…20 granos.
Ácido silicílico…8 granos.
Corresponde por su temperatura a las aguas templadas y por su composición química a las salinas.
En 1853 Pedro María Rubio en su libro “Tratado completo de las fuentes minerales de España”, recogió la utilidad mineromedicinal de las aguas de las fuentes de Marbella pero no las analizó, se limitó a copiar los resultados del anterior estudio.
Hace unos años se analizó el agua obteniendo los siguientes resultados (en miligramos por litro):
Carbonatos…cero.
Sulfatos…562.
Bicarbonatos…207.
Nitratos…cero.
Cloruros…316.
Sodio…212.
Potasio…18.
Calcio…192.
Magnesio…66.
Boro…cero.
Dureza…75.
pH…7,7.

